¿Te preguntas con frecuencia cómo tomar una buena decisión con muy poca información, o te preocupa no estar invirtiendo tu energía en el problema correcto? Este artículo puede servirte de inspiración para navegar la incertidumbre.
Dedicarse a UX Writing o Content Design es mucho más que escribir: es la filosofía con la que defines los problemas, tomas decisiones, adoptas metodologías y ejecutas tu trabajo. Queremos ayudarte a encontrar el norte en momentos de ambigüedad, por lo que compartimos algunos consejos y principios rectores que pueden inspirarte en tu búsqueda de respuestas y soluciones.
Los seres humanos queremos interactuar con otras personas, no con pantallas. Y no queremos interactuar más de lo estrictamente necesario con un celular o una computadora para lograr nuestros objetivos. Nuestras experiencias se conectan directamente con eventos que ocurren en el mundo real, por lo que como UX Writers necesitamos enfocarnos en eso que quieren lograr esas personas para las que trabajamos. Todo lo demás viene después.
Trabajar de forma abierta y colaborativa implica involucrar a las personas usuarias frecuentemente y desde las etapas iniciales de los proyectos. Descubre lo antes posible cómo piensan, sintetiza tus aprendizajes y define tus próximos pasos a partir de ese conocimiento. Si bien es super importante dedicar tiempo al análisis de los problemas antes de lanzarse a la ejecución, ser veloz en la creación y la validación te permitirá aprender rápido, mantenerte permeable al cambio y no apegarte excesivamente a tus ideas.
Todas las personas somos creativas, incluso aunque no lo percibamos. Pero también es cierto que algunos contextos habilitan la creatividad más que otros, por lo que debemos generar condiciones adecuadas para que aflore:
El verdadero progreso implica mejorar algo, no hacerlo distinto. La originalidad está sobrevalorada y muchas veces te distrae de lo verdaderamente importante. Recuerda que la creación siempre comienza apreciando lo que existe. Pensar en algo nuevo y disruptivo, además, implica asumir compromisos y responsabilidades sobre los impactos que esa innovación tiene en el sistema y en la experiencia como un todo, lo cual es mucho más importante que una parte específica del user journey. Tu diseño siempre debe enfocarse en las necesidades y deseos de las personas, no en sorprender “porque sí”.
La experiencia que facilitas es una historia narrada a través de pantallas, texto, e interacciones. ¿Cuál es la historia que estás contando, desde principio a fin? Asegúrate de que cada párrafo, cada palabra y CTA es consistente con la historia que esa aplicación o servicio debe contar.
Cuando trabajamos en UX debemos asumir nuestra responsabilidad sobre toda la experiencia, no solamente sobre la relación entre el usuario y la pantalla. Esto implica comprender cómo las interacciones digitales afectan las relaciones del mundo físico que van más allá de un celular o una laptop. Concéntrate no en el producto, sino en el servicio que provee. Es en ese momento en el que tus esfuerzos pasan a enfocarse en mejorar la vida de las personas. Diseña experiencias de las cuales las personas quieran formar parte. La experiencia tiene que ser holística y completa, no enfocada en funcionalidades. Lo que importa es la historia completa, no los episodios.
Las personas esperamos de las aplicaciones lo mismo que de las relaciones humanas. Las apps deben comprender nuestros deseos, anticipar nuestras necesidades, prever las consecuencias detrás de cada acción, valorar nuestro tiempo y saber cuándo pedir disculpas. Recuerda que tus contenidos pueden construir y destruir esos vínculos.
Jerarquiza continuamente: cuando todo es importante, nada lo es. Hay muchas cosas que una persona puede querer lograr en una pantalla, pero especialmente cuando hablamos de dispositivos móviles donde el espacio es reducido, debemos determinar cuál es LA tarea y EL objetivo donde las personas usuarias deben enfocar su atención, y diseñar para que puedan cumplirla exitosamente.
La relación que las personas establecen con una aplicación o un servicio es tan emocional como lógica. Jamás pierdas de vista cómo te hace sentir un diseño. En tu equipo habrá muchas personas enfocadas en los aspectos técnicos: recuérdales el impacto de las emociones en la adopción, uso y éxito de los productos.
Todos los diseños enfrentan restricciones. Conocer y preocuparte por entender las limitaciones técnicas y de negocio que impactan sobre tu trabajo puede ayudarte a ganar el respeto de equipos técnicos y de producto. Al comprender, además, también puedes plantear preguntas para abrir posibilidades impensadas, y dar origen a ideas superadoras.
Todo lo que ves en una pantalla puede ser una ayuda y, al mismo tiempo, un obstáculo para una persona usuaria. Cada vez que tengas que agregar algo, analiza si hay algo que puedes eliminar. “Más” no equivale a “mejores experiencias”. Habrá muchos tratando de agregar cosas. Recuerda: la idea que más te obsesiona es probablemente lo que te impide crear algo mejor. Déjala ir.
En cada experiencia hay un momento, por mínimo que parezca, de dudas y fricción. Busca las oportunidades para eliminar esos instantes y, si eso no es posible, llevar tranquilidad a las personas.
A medida que la tecnología evoluciona, las interacciones en las interfaces se vuelven cada vez más naturales, más humanas. Necesitamos diseñar para ese futuro, asegurando que damos a las personas usuarias la tranquilidad de que tienen control sobre esas conversaciones..
Muchas de las aplicaciones en las que trabajamos se utilizan en contextos en los que no deberían acaparar el 100% de la atención de las personas usuarias: espacios públicos, trabajos que demandan atención en lo que ocurre dentro y fuera de una pantalla. Analiza el contexto de uso de lo que diseñas y reflexiona sobre el nivel de atención que necesitan las personas sobre el mundo físico que las rodea.
Haz un esfuerzo continuo para ser consciente de que no siempre comprendes las necesidades en distintas regiones y otras culturas. No todos los lugares del mundo tienen acceso a la misma conectividad y la misma tecnología, lo que es apropiado en un lugar no lo es en otro, y hasta una palabra cuyo significado te resulta obvio puede tener connotaciones diferentes según el lugar. Desafía los supuestos, empatiza con las diferencias y ajusta tu abordaje cada vez que sea necesario.
La exclusión siempre comienza por nuestros propios prejuicios y por el modo en que, por acción o por omisión, los trasladamos a los procesos de diseño. Podemos reducir el impacto de nuestros propios sesgos trabajando en equipo activamente para reconocerlos y entender cómo reducir su impacto negativo. Es un ejercicio incómodo pero, como todo aquello que interpela nuestros valores y nuestro sentido de la ética profesional, es siempre necesario.
Lo que tú ves no es lo que cualquier persona ve. A menos que sea posible ajustar el tamaño de tipografía o habilitar configuraciones específicas, ante la duda lo mejor es asumir que tu diseño aún no es lo suficientemente accesible y que el texto que para ti se ve bien es demasiado pequeño y no tiene el contraste que las personas usuarias necesitan.
Educa a quienes trabajan contigo y no conocen el marco metodológico del diseño UX. Haz tu trabajo lo más inclusivo posible, y ampliarás las posibilidades de que tu entorno acepte tus propuestas y sea más receptivo.
Siempre deberás explicar la lógica de tu trabajo a tus pares, y emplearás recursos persuasivos para “vender” tu idea, pero las personas usuarias no tendrán a disposición una presentación o speech de venta que las haga “comprar” tu diseño. Si tu trabajo necesita explicación, exige revisión.
Detrás de esta metáfora, hay una realidad: la mejor idea del planeta puede terminar en el cesto de la basura si no encaja con las ideas de otros. El “yo” a veces nos lleva a negar reconocimiento al esfuerzo de otras personas, a defender territorio y a priorizar objetivos individuales por sobre los objetivos grupales. Tómate el tiempo para comprender cómo tus objetivos y la forma de ejecutarlos se conectan con los planes de otras áreas y personas, y promueve esa forma de mirar el trabajo cotidiano.
Diseñar para otros, cambia en sentido del diseño. El foco no está en vos si no en ellos.